Siempre me ha sorprendido que Samuel Reshevsky dilatara
su carrera en el ajedrez hasta el final de sus días.
Como se puede apreciar en la foto de la cabecera, comenzó
a jugar siendo apenas un niño que ni siquiera llegaba a
la mesa para poder mover las fichas. Durante su juventud
disputó miles de partidas en interminables sesiones de
simultaneas, actividad que le robó una niñez que jamás
recuperaría.
Pero Reshevsky continuó jugando al ajedrez a pesar de
esta sobresaturación de partidas y de ver su infancia
truncada (en la que no tuvo relación con otros niños y
no pudo asistir a la escuela). Y fue un maestro
realmente peculiar. Mientras sus rivales se preparaban
exhaustivamente, sobre todo en la teoría de aperturas,
Samuel dejaba todo en manos de su talento natural e
improvisaba en los comienzos de partida, lo que
frecuentemente le hacía caer en apuros de tiempo. Por
esta circunstancia se volvió todo un experto en ajedrez
blitz, al tener que mover a gran velocidad en casi todas
sus partidas.
Un caso realmente extraño dentro del mundo del ajedrez,
pero en definitiva, una persona que demostró ser muy
equilibrada al conseguir llevar una vida completamente
normal a pesar de que le arrebataron su infancia. |