Estamos ante una de las grandes maravillas producidas
por la mente de un ajedrecista. Jugada con un gambito
letón, de ahí el nombre con el que fue bautizada,
parece un perfecto homenaje al ajedrez de ese país, que
siempre se ha caracterizado por jugadores de estilo
agresivo que no rehuyen nunca la creación de belleza en
el tablero.
Víctor Héctor Ortiz es un jugador argentino prácticamente
desconocido,
o al menos lo es para el ajedrez tradicional, ya que
habitualmente jugaba partidas por correspondencia.
Realmente era desconocido hasta el 25 de Diciembre de 2012,
bonito día, por cierto, en el que el maestro postal José
Ángel Diani (amigo de Víctor Héctor) me
escribió para arrojar algo de luz sobre su persona.
Víctor Héctor Ortiz nació en Villa Dolores, provincia
de Córdoba (Argentina), aunque en alguna referencia de
la red aparece erróneamente como jugador cubano. Durante su época
juvenil jugó con asiduidad en torneos activos y por
correspondencia. Sin embargo, en el año 1978 abandonó
el mundo del ajedrez de forma drástica, renunciando a
disputar el Campeonato del mundo por correspondencia,
para el cual se había clasificado.
Esta
partida corresponde a un torneo temático, sobre el
gambito letón, jugado por correspondencia. Desde la
apertura se desata una lucha que barre el tablero como
si por él hubiese pasado un tornado. Ortiz va asestando
un golpe tras otro, sin descanso, a cada cual más
sorprendente. Resulta chocante ver la posición final en
la que las negras sólo cuentan con 6 piezas... y aun
así las blancas tienen que abandonar. También resulta
curioso ver como Ortiz logró llevar al rey blanco al
centro del tablero, para luego permitirle regresar a su
casa (la primera fila) para allí darle caza. Una
creación que nos recuerda la belleza que puede crear la
mente del ser humano. |