No es la primera vez que hablo sobre el importante
legado del ajedrez por correspondencia. En las partidas
postales se juntan varios ingredientes positivos, como
la disponibilidad de mucho tiempo para la reflexión y cálculo
de infinitas variantes (algo ideal para el desarrollo de
partidas tácticas) o la ausencia de la terrible presión
que un ajedrecista sufre en los torneos (lo que permite
tomar riesgos y jugar partidas donde ambos jugadores se
diviertan). Esto confiere a este tipo de partidas un
aroma especial. Es una verdadera pena que la proliferación
de los programas de ajedrez haya condenado a esta
disciplina a la total extinción... nadie puede tener la
certeza de que su rival no se está ayudando de un
programa desde su casa.
Esta partida es muy poco conocida, como otras muchas
partidas postales, pero es un buen ejemplo de cómo y cuándo
pasar al ataque. Ciertamente el peligro se cernía sobre
la cabeza del rey, ya que llega un momento en que el
bando negro sólo juega con su dama. Las blancas han
sido más emprendedoras y han llevado al campo de
batalla más soldados. Tras los sacrificios, el ejército
negro es más numeroso, pero la mayoría no ha salido de
los cuarteles o se encuentran alejados en parajes extraños
(la casilla a1). De ese modo nadie defiende la cabeza de
su rey, que será acosado y conducido al patíbulo de
forma irremediable.
Cuando se enseña a una persona a jugar al ajedrez, se
le deben mostrar partidas de este tipo para que entienda
lo peligroso que puede llegar a ser hacer un desarrollo
pobre y un rey mal situado en el centro. |