En Septiembre de 1914 varios jugadores encaminaron sus
pasos hacia la ciudad alemana de Mannheim para la
disputa de un torneo. Justo en ese momento estalló un
conflicto bélico entre el imperio austro-húngaro y
Serbia, contienda a la que se fueron sumando decenas de países,
como Inglaterra, Francia o Rusia, hasta llegar a un
total de 32... la I Guerra Mundial había comenzado, el
horror y la conmoción se extendieron a lo largo de todo
el planeta.
Los ajedrecistas desplazados a Mannheim se vieron
sorprendidos por el comienzo de las hostilidades y los de nacionalidad rusa
fueron inmediatamente detenidos por las tropas
austriacas. Alexander Alekhine, Efim Bogoljubow, Piotr
Romanovsky o Fedor Bohatirchuk (entre otros jugadores
rusos) fueron encarcelados y
trasladados al campo de prisioneros de Rastatt.
Para poder soportar el tedio de su cautiverio se
dedicaron a jugar al ajedrez entre ellos, pero como no
disponían de piezas ni tableros con que hacerlo
disputaban las partidas a la ciega, sólo con el poder
de su mente. Como ellos mismos reconocieron, la
posibilidad de poder jugar al ajedrez les salvó de caer
en la desesperación. El ajedrez les servía para
evadirse, cuando jugaban una partida podían volar por
encima de los muros de la prisión y refugiarse en el
particular mundo formado por un tablero y 64 fichas.
Dos partidas, disputadas por Bogoljubow y Alekhine, han
llegado hasta nuestros días. Tal vez se trata de las más
brillantes y por eso fueron recordadas posteriormente
por Alekhine. Siempre me ha maravillado ver combinaciones en el ajedrez a la ciega, la dificultad que entraña
es enorme y sólo las mentes más brillantes están
preparadas para lograrlo. Por eso me he esforzado en
recopilar el mayor número de partidas a la ciega en las
que hubo ajedrez táctico, siempre con el deseo de que
el lector las disfrute. |