No creo que nadie se vaya a aburrir con esta partida.
Ambos jugadores decidieron jugar con el cuchillo entre
los dientes, siendo el primero en golpear el joven
Short. Pero enfrente se encontraba un jugador mágico al
que no le gustaba demasiado defenderse, por eso lanzó
un contraataque demoledor que hizo que la partida se
convirtiese en un devenir incierto, con ambos jugadores
atacando sin preocuparse demasiado por la seguridad de
sus reyes.
Al reproducir cada jugada el lector no debe de olvidar
que la partida se jugó a ritmo blitz, en concreto a 5
minutos por jugador. Cualquiera que haya jugado a este
tipo de ritmo sabrá que no hay tiempo para profundizar
en las variantes y que la intuición cobra un papel
fundamental. Por eso, es una modalidad muy popular, por
su espectacularidad y por lo divertido que resulta
practicarla. Tahl y Short brindaron este día por Caissa
y dieron 10 minutos de diversión a sus seguidores.
En esta partida se enfrentaron dos épocas del ajedrez.
El joven Nigel Short, pujante promesa, aspirante al
campeonato del mundo y otrora deslumbrante niño
prodigio. Enfrente un Mikail Tahl envejecido
prematuramente, que había vivido su época gloriosa 30
años antes. Tahl pagó su forma de vivir acortando su
estancia en el mundo, pero vivió tal y como le gustaba
hacerlo, por lo que, aunque más corta, tal vez fue una
vida plena. A pesar de la edad, Tahl siguió dando
lecciones en el tablero hasta el fin de sus días, tal y
como lo había hecho durante toda su carrera. Sin duda,
los aficionados le echamos de menos, él hacía más
grande un deporte que ya de por sí tiene visos de arte.
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