Mikhail Tahl era un enamorado del ajedrez blitz. Siempre
se divertía cuando jugaba al ajedrez, pero cuando
disputaba partidas relámpago disfrutaba de una manera
especial.
Al finalizar el entrenamiento diario siempre decía lo
mismo: ¡blitz, blitz!, era entonces cuando daba
comienzo una sucesión interminable de partidas rápidas
que disputaba con su equipo de preparadores. ¿Cómo
jugaba Tahl a ritmo rápido?... pues de la misma manera
que lo hacía a ritmo clásico, sacrificando piezas sin
parar. Y como era habitual en él, alguno de esos
sacrificios no eran del todo correctos, pero servían
para complicar la posición, era justo en ese momento
cuando Tahl se ponía su capa de mago y empezaba a
realizar pases mágicos a lo largo de todo el tablero.
No importa que hoy se analicen sus partidas con un
programa y se diga que son incorrectas, Tahl tenía un
sexto sentido que le permitía saber en que momento debía
lanzarse al ataque y lo hacía de forma indiscriminada,
sin soltar nunca la presa, aunque las fuerzas
flaqueasen... porque señores (o señoras), Misha Tahl
era un genio.
Si, un genio, y lo era dentro y fuera del tablero, una
de esas personas irrepetibles que pueden hacer lo que
deseen en esta vida, dotadas de un magnetismo especial
que hará que triunfen en todo lo que se propongan. Él
decidió dedicarse al ajedrez simplemente porque le
encantaba y le hacía feliz, cada cual es dueño de
escoger su destino y nadie tiene derecho a criticar su
decisión... no seremos los aficionados al ajedrez los
que nos vayamos a lamentar por ello.
Pero regresemos a las partidas blitz que disputaba un
mago que nació en Riga. Por supuesto, Tahl no podía
abandonar su irónico sentido del humor ni cuando estaba
frente a un tablero, siempre que a su reloj le quedaban
unos pocos segundos solía decir tranquilamente:
"La calma es mi amante" y cuando realizaba
un sacrificio poco claro comentaba: "no te
preocupes, ahora conseguiré que se le caiga la
banderita". Todo esto en el fragor de la
batalla y con el tiempo volando en su reloj.
Como jugador de rápidas no conoció rival, tal como
atestigua su triunfo en el primer campeonato del mundo
blitz (1988) o sus múltiples triunfos en los famosos
torneos blitz de Moscú y San Petersburgo, donde se
apuntó casi todas las ediciones disputadas. En esta
ocasión, y sin que sirva de precedente, voy a recurrir
a la visión que tenía otro jugador sobre Tahl, se
trata de Gennadi Sosonko, que fue su entrenador durante
unos meses.
Gennadi Sosonko debe su fama a su buen juego en el
tablero y a ser uno de los jugadores soviéticos que
decidieron huir de la extinta URSS. Huir de la Unión
Soviética en aquellos tiempos era una afrenta
irreparable y Sosonko pasó a ser considerado enemigo de
la patria. Gennadi se refugió en Holanda y tomó esa
bandera como la suya, iniciando una nueva vida que rompía
irremediablemente con su pasado ruso.
Sosonko conoció a muchas de las grandes figuras soviéticas,
llegando a trabar amistad con muchas de ellas. El
ruso-holandés decidió plasmar su visión particular
sobre varios de estos jugadores y sobre el ajedrez soviético
en un libro muy interesante: "Siluetas del ajedrez
ruso", cuyo interés radica en los datos curiosos
que revela sobre la personalidad de ciertos jugadores
soviéticos, que nos desvelan un lado poco conocido de
esta genial generación de jugadores.
Sosonko tenía un especial cariño a Mikhail Tahl, para
el que sólo tuvo palabras amables en su libro. El
testimonio de Sosonko nos ayudará a conocer a Tahl más
profundamente y nos acercará a la dimensión de este
jugador irrepetible, con sus pasiones y su manera de
vivir, siempre al límite:
-
Por
supuesto, no estaba interesado en títulos ni
premios. Creo que ni el título de campeón del
mundo le interesó demasiado. No le interesaba en
absoluto hacer carrera, ni el poder ni los
beneficios de sus colegas, los campeones de los últimos
años.
-
Mostraba
poco interés por la salud (NOTA: fumaba dos o
tres paquetes de cigarrillos al día, bebía y solía
dormir muy poco), por su aspecto o por lo que
otros pensaran de él. Era como de otro planeta y
había sólo una cosa que realmente le entusiasmaba
y le interesaba: el ajedrez. Pertenecía a esa rara
categoría de gente que, sin decirlo, rechaza todo
lo que la mayoría desea y marcha a través de la
vida con un paso anticipado; un elegido del destino,
un adorno en la tierra. Al quemar su vida, sabía
que no era un ensayo y que no había otra. Pero no
quería y no podía vivir de otra manera.
-
En
los comentarios de sus propias partidas había un
predominio de la benevolencia, respeto por el
oponente e ironía respecto de si mismo, todo lo
cual raramente se encuentra en nuestro días.
-
Unos
pocos años antes de su muerte, Wilhelm Steinitz
dijo: "No soy un historiador de ajedrez, soy
una pieza de la historia del ajedrez que nadie puede
ignorar". Todo aquel que haya estado o vaya a
estar interesado en este maravilloso mundo del
ajedrez no podrá ignorar el ilustre nombre de Misha
Tahl.
Gennadi
Sosonko ("Siluetas del ajedrez ruso")
Simplemente, tras leer el libro de Sosonko, me apetecía
volver a rendir un homenaje a Tahl, un personaje genial
que se merece todos los reconocimientos que le podamos
dar... las palabras de Sosonko me parecieron el vehículo
perfecto para hacerlo. |