Vilnius 1988

1.d4 e6 2.c4 Cf6 3.Cf3 b6 4.Cc3 Ab7 5.a3 d5 6.cxd5 exd5 7.g3 Ae7 8.Da4+ c6 9.Ag2 0–0 10.0–0 Cbd7 11.Ag5 a6 12.Tad1 Ch5 13.Af4 Cxf4 14.gxf4 a5 15.e3 b5 16.Dc2 b4 17.axb4 axb4 18.Ce2 Db6 19.Cg3 b3 20.Df5 Cf6 21.Rh1 Ta2 22.Db1 Aa6 23.Tg1 Cg4 24.Td2 Ab4 25.Ah3 Axd2 26.Axg4 Ab4 27.Ch5 g6 28.Cf6+ Rg7 29.Ce5 Dc7 30.Cfd7 Ta8 31.Df5 Tf8 32.Df6+ Rg8 33.Cxg6 hxg6 34.Ae6 1–0

Después de 30...Ta8                 Después de 32...Rg8  

            Está claro que Eduardas Rozentalis no vio venir la jugada 31 de las blancas, se debió de quedar petrificado cuando la vio en el tablero. Sin duda, es una jugada brutal e irrebatible, aunque nada fácil de ver... ¿Quién puede analizar esta posición y perder el tiempo viendo que pasa con una jugada de este tipo? Seguro que cuando Dreev analizó la situación se le encendió una luz de alarma en el cerebro que le indicaba que Df5 era peligrosa. Esto nos recuerda que el ajedrez puede ser imprevisible, o al menos lo es cuando se juega de forma atrevida y en busca del triunfo.