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Las aperturas cerradas no tienen por qué ser aburridas

Dibujo de Elmer y Bugs Bunny jugando una partida de ajedrez

Wahltuch, Victor - Michell, Reginald Price

Hastings 1919

1.d4 d5 2.c4 e6 3.Cc3 Cf6 4.Ag5 Cbd7 5.e3 Ae7 6.Cf3 0–0 7.Ad3 b6 8.cxd5 exd5 9.0–0 Ab7 10.Tc1 c5 11.Ce5 Cxe5 12.dxe5 Ce4 13.Af4 Cxc3 14.bxc3 c4 15.Ab1 b5 16.Ah6 Db6 17.Axg7 Rxg7 18.Dg4+ Rh8 19.Dh5 h6 20.Df5 Dg6 21.Dd7 De6 22.Dxb7 Tfb8 23.Dc7 Tc8 24.Da5 a6 25.Tcd1 Ac5 26.e4 Tg8 27.g3 Dh3 28.Td4 Tg5 29.Dc7 Axd4 30.cxd4 Rg8 31.e6 Dxe6 32.f4 Tg7 33.f5 Df6 34.e5 Dh4 35.Rg2 Dxd4 36.f6 Tf8 37.fxg7 Rxg7 38.e6 Db2+ 39.Rh3 1–0

     

Después de 16...Db6                  Después de 27...Dh3

 

          Estamos acostumbrados a gambitos que generan partidas locas o a posiciones abiertas que se convierten en una bonita lucha. Lo que no es tan normal es que una apertura cerrada de para tanto como esta partida. Primero un ataque contra el enroque, lo cual no es muy habitual en posiciones cerradas, pero la falta de piezas defendiendo al rey puede justificarlo. Luego es cierto que la posición se abre y las blancas logran, gracias al segundo sacrificio de pieza, controlar el centro de forma absoluta mediante sus peligrosos peones. Gracias a ellos, a las piezas más humildes, Wahltuch logró un bello triunfo.

 

 

 

 

 

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