Tras la novena jugada negra una alarma saltó en la
cabeza de Alekhine: 9... c5, un movimiento para
presionar el centro con todo el flanco de dama sin
desarrollar y ninguna pieza apoyando al enroque... ¡AL
ATAQUEEE! Lo que vino a continuación es bastante
lógico. Una vez sacrificado el alfil para hacer papilla
el enroque, Alekhine empezó a agobiar al rey enemigo
con todas y cada una de sus piezas, para terminar
logrando una victoria tras apretar sin soltar la
presa... ajedrez al rojo vivo capaz de derretir el
hielo.
Alekhine tenía alma de artista y eso se reflejaba en
sus partidas. Pero también mostró otros rasgos menos
positivos a lo largo de su carrera, como un ego
desmedido y un oportunismo del que hizo gala en
múltiples ocasiones. Ciertamente, fue un personaje
contradictorio, capaz de enamorar con sus combinaciones
dentro de un tablero o de despertar el odio más
profundo con sus posicionamientos en la vida. |