La partida no prometía emociones fuertes, la posición
era cerrada a ultranza y nada hacía presagiar lo que
iba a ocurrir a continuación. Pero Chris de Ronde no
pensaba igual que yo y su mente consiguió idear un plan
para escapar de este peligroso laberinto. El primer
sacrificio sirve para abrir una brecha en las líneas
enemigas, el coste, un caballo. Por la brecha se
colarán la dama y las torres, pero lo mejor está por
venir...
El segundo sacrificio de caballo tiene mucha lógica, De
Ronde prescinde de su pieza más inactiva para que el
alfil entre en escena con gran fuerza. Pero las
sorpresas siguen llegando y el holandés entrega su
dama, con ello consigue que el rey se ponga a tiro del
alfil y se encuentre peligrosamente amenazado por el
fuego cruzado de esa pieza y de las torres. Para detener
la amenaza de mate las negras tendrán que devolver
material, pasamos de una situación donde las piezas
negras sumaban 26 puntos por sólo 13 de las negras a la
final con material igualado.
La partida es realmente preciosa, con golpes tácticos
por ambas partes y una lección de como explotar el tema
de la clavada por parte de las blancas. El peón pasado
que lograron las blancas resultó fundamental en el
desarrollo del juego, a veces los humildes se rebelan y
desempeñan el papel de reyes.
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