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Juan Corzo, cubano de nacimiento, fue eclipsado por
Capablanca, sino hubiese sido toda una institución en
su país. Su forma de jugar era agresiva, disfrutaba con
partidas abiertas y complicadas.
En una época donde había que elegir posicionarse con
los antiguos y 'desfasados' románticos o con la nueva
escuela dirigida por Steinitz, Corzo decidió seguir un
camino intermedio. Dicho camino no poseía la osadía
extrema de la época romántica, pero estaba marcado por
un estilo de ataque que daba un toque de elegante
a sus partidas, muchas de ellas merecedoras de un premio
de belleza.
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