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A pesar de haber reproducido miles de partidas, el
ajedrez no deja de sorprenderme. Siempre aparece alguna
joya escondida que consigue dejarte clavado ante el
tablero (en este caso frente al ordenador). En esta
ocasión el autor de la obra es Etienne Bacrot, antiguo
niño prodigio y gran promesa del ajedrez, augurios que
no se confirmaron del todo en un jugador que hoy en día
alterna el ajedrez con el poker.
Esta es una partida preciosa y extraña. Bacrot, tras
hacer dos sacrificios, consigue una masa de peones
formidable que están unidos como los eslabones de una
perfecta cadena. Judit, siguiendo los principios de
Nimzowitsch, sitúa sus piezas delante de los peones
tratando de bloquearlos... pero ese dique era demasiado
frágil y terminó rompiéndose, por lo que la masa de
peones pudo continuar su imparable camino en pos de
convertirse en dama. |