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 La mejor de Botvinnik. El día que el dogmático se vistió de romántico

Campo de flores de color violeta

Botvinnik, Mikhail - Chekhover, Vitaly

Moscú 1935

1.Cf3 d5 2.c4 e6 3.b3 Cf6 4.Ab2 Ae7 5.e3 0–0 6.Ae2 c6 7.0–0 Cbd7 8.Cc3 a6 9.Cd4 dxc4 10.bxc4 Cc5 11.f4 Dc7 12.Cf3 Td8 13.Dc2 Ccd7 14.d4 c5 15.Ce5 b6 16.Ad3 cxd4 17.exd4 Ab7 18.De2 Cf8 19.Cd1 Ta7 20.Cf2 Db8 21.Ch3 h6 22.Cg5 hxg5 23.fxg5 C8d7 24.Cxf7 Rxf7 25.g6+ Rg8 26.Dxe6+ Rh8 27.Dh3+ Rg8 28.Af5 Cf8 29.Ae6+ Cxe6 30.Dxe6+ Rh8 31.Dh3+ Rg8 32.Txf6 Axf6 33.Dh7+ Rf8 34.Te1 Ae5 35.Dh8+ Re7 36.Dxg7+ Rd6 37.Dxe5+ Rd7 38.Df5+ Rc6 39.d5+ Rc5 40.Aa3+ Rxc4 41.De4+ Rc3 42.Ab4+ Rb2 43.Db1++ 1–0

 

         

Después de 21...h6                 Después de 23...C8d7                Después de 31...Rg8

Mikhail Botvinnik en su juventud

           Botvinnik siempre mostró un estilo posicional, revelándose como un jugador científico que basaba su potencial en el estudio y en una fuerte preparación. Él mismo comentaba su secreto: "Análisis, análisis". En su juventud disputó varias partidas con detalles tácticos, tal vez debido al arrojo de la juventud y a su afán investigador. La partida que estamos viendo tal vez sea la mejor que el patriarca soviético disputó, al menos a nivel táctico. Un brutal ataque contra el enroque rival que representa un prodigio de cálculo y que además finaliza con una persecución al rey, al más puro estilo romántico, que termina con el ajusticiamiento del monarca en la segunda fila.

           Mikhail Botvinnik poseía una voluntad férrea y una determinación que le llevó a las cumbres más altas del ajedrez. Pero también era una persona testaruda y de carácter difícil, lo que le llevó a tener disputas con muchos de sus rivales.

 

           Él mismo reconocía sus malas relaciones con sus compañeros de tablero, aunque siempre se las ingeniaba para cargar toda la culpa a su rival. Romanovsky, Bronstein, Euwe, Levenfish, Petrosian o Smyslov son algunos de los jugadores a los que ni siquiera saludaba. Y es que Botvinnik era una persona que jamás cambiaba de opinión, si defendía una idea lo hacía hasta el final, sin desviarse ni un ápice del camino que él creía correcto.

           Lo que no podemos negar es que con esta forma de ser y de trabajar consiguió excelentes resultados, manteniéndose en la cúpula del ajedrez durante muchos años. Botvinnik trasladó su rectitud de carácter a sus partidas, de hecho es algo que hacemos todos: jugamos tal cual es nuestra forma de ser. Botvinnik era estricto fuera y dentro del tablero, su juego era puramente posicional, siempre a la búsqueda de la mejor jugada y desechando cualquier efecto estético que pudiese aplicar a la partida... el ajedrez como ciencia y no como arte.

 

 

 

 

 

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