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Kasparov jugó esta partida con sólo 12 años, un
ataque contra el rey en toda regla. Se estaba fraguando
la leyenda del 'ogro de Baku', un jugador que fue
temible y que marcó la historia del ajedrez a sangre y
fuego.
Este apodo tiene mucho sentido, cuando Gary jugaba una
partida sólo tenía una cosa en mente: la victoria. Su
fe era inquebrantable y no dudaba en intimidar a su
rival para conseguirlo. Son famosas sus penetrantes
miradas en plena partida, llenas de agresividad y
fuerza, como queriendo decir: "sólo tienes un
camino, la derrota". También es recordado por
entrar en la sala de juego pisando con gran fuerza y con
cara de pocos amigos, con la intención de atemorizar a
sus rivales antes del comienzo de la partida.
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