Partida correspondiente al final de la carrera de
Esteban Canal. Tiempos en los que el peruano estaba
desencantado del ajedrez y de la nueva generación de
maestros. Proveniente de otros tiempos, Canal echaba de
menos la época en que los jugadores eran auténticos
caballeros y se comportaban como tal. Sin embargo, en
esos años las federaciones trataban de controlar el
mundo del ajedrez y en esa lucha de poder todo valía.
Además empezaba a proliferar un problema que también
existe en la actualidad: la venta de partidas y la
existencia de maestros poco honestos, algo que Canal
repudiaba.
Canal mostró su desencanto de la siguiente forma:
"este año rechacé cinco torneos porque no tengo
más ganas de enlodarme sin objeto alguno, y por una
gloria de títeres y no de caballeros, que a este punto
han reducido el ajedrez las federaciones y
organizaciones europeas, cuyos jefes no miran más que a
pavonearse con plumaje ajeno y complacerse en ademanes
napoleónicos a la cabeza de un ejército internacional
de borricos hambrientos y tramperos, como son hoy la
mayor parte de los maestros que se dicen representantes
del 'noble juego' ".
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