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 Mejores partidas

Día de cacería

Indios americanos en una pradera

Huber - Lemke

Essen 1936

1.e4 Cf6 2.Cc3 d5 3.exd5 Cxd5 4.Ac4 Cb6 5.Ab3 c5 6.d3 Cc6 7.Cf3 e5 8.0–0 Ag4 9.h3 Ah5 10.Cxe5 Axd1 11.Axf7+ Re7 12.Ag5+ Rd6 13.Ce4+ Rxe5 14.f4+ Rd4 15.Taxd1 Re3 16.Tf3+ Re2 17.Td2+ Re1 18.Tf1++ 1–0

     

Después de 9...Ah5                  Después de 12...Rd6

 

          En el ajedrez no existe nada más excitante que una persecución al rey a lo largo de todo el tablero. Generalmente se logra conducir al rey enemigo hacia el centro mediante algún sacrificio de pieza, es en ese momento cuando hay que apretar al máximo para estrechar el cerco sobre la presa.

          En esta ocasión la partida no fue disputada por jugadores conocidos. Esta es otra de las grandezas del ajedrez, se pueden firmar obras de arte casi desde el anonimato y que tengan una gran relevancia en la historia. La verdad es que me ha resultado imposible seguir el rastro a Huber y no he conseguido identificarle, aunque nos dejó esta joya basada en la idea del sacrificio de dama que puso en práctica Kermur de Legal en el siglo XVIII.

          Huber simplemente aprovechó que el rey negro se encontraba en el centro, sin enrocar. Jugando con las piezas negras nunca hay que descuidar el desarrollo de nuestras piezas, ya que llevamos un tiempo de desventaja, lo que da la iniciativa a nuestro rival. Las piezas menores blancas entran todas en juego y además de forma coordinada, lo que representa un vendaval que lleva al rey negro al centro. Huber declinó dar mate en la jugada 17, mediante Cc3++, tal vez atraído por la estética de ajusticiar al rey enemigo en la primera fila, tras haberle obligado a cruzar el tablero entero. Tal vez no sea la partida mejor jugada de la historia, pero manejar al rey negro de esta manera, como si fuese una marioneta, tiene un componente de belleza añadido.

 

 

 

 

 

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