Una partida de ajedrez puede discurrir por una infinidad
de caminos, incluso las partidas tácticas se pueden
dividir en diferentes tipos. Ésta en concreto se puede
clasificar dentro de los ataques contra el enroque sin
contemplaciones. Las negras han tratado de organizar su
defensa como buenamente han podido, pero los enroques
opuestos y la excepcional situación de las piezas
blancas precipitaron el bello desenlace que se vivió
Viena, una de las grandes Mecas del ajedrez.
La partida finaliza con una larga excursión del rey
negro que recibe el mate más humillante: el dado por un
peón... una partida digna de los tiempos románticos.
Una pena que no se recuerde a Krejcik por partidas como
ésta y sí por su calamitosa actuación en unas simultáneas
a 25 tableros donde perdió todas las partidas.
La producción de bellas partidas de Krejcik no se
limita a esta creación, muchas otras partidas
brillantes llevaron su firma a pesar de haber sido un
jugador amateur que apenas abandonó su país (Austria)
para la disputa de algún torneo. Es uno de esos casos
casi desconocidos que esconden varias partidas dignas de
ser estudiadas, gran privilegio del ajedrez, en el que
cualquiera puede firmar obras de arte con el sólo poder
de su mente, sea cual sea su condición o su fama. |