El GM Kotov comentó tras la jugada 34 de las negras:
"¡Esta posición maravilla! Dos peones aislados y
doblados tienen aquí más poder que una torre y un
caballo. Si se calcula el valor de las piezas, las
blancas son 4 veces más fuertes que las negras. Sin
embargo, las primeras tendrán que capitular ante la
fantasía del maestro que juega las segundas".
Los nombres de Sanz y Ortueta son conocidos a nivel mundial
gracias a un fantástico final ganado por Sanz en el que abundan
las jugadas sorprendentes y brillantes. Este final ha sido
publicado en numerosas ocasiones y ha sido analizado hasta la
saciedad, incluso por algunas de las figuras más importantes,
como Capablanca. Pero en el ajedrez sobran las palabras cuando
se pueden contemplar las jugadas, así que aquí tienen la parte
final de la partida:
De
Ortueta, Martín - Sanz, José
Match
amistoso, Madrid 1933
31...
Txb2 32.Cxb2 c3 33.Txb6 c4 34.Tb4 a5 35.Cxc4 c2 0–1
Durante décadas Sanz ha recibido los más bellos elogios por su
ingenio, pero en los últimos tiempos la sombra de una duda ha
sobrevolado sobre la partida. El motivo de esta sospecha es la
aparición de dos finales prácticamente idénticos: el primero,
jugado en Poznan en 1931, dos años antes de la partida Ortueta-Sanz, y el segundo,
¡oh sorpresa!, jugado por Karlin
ante Almirall en la misma época en que se jugó el match
Ortueta-Sanz. Sin más, veamos ambos finales:
Tylkowski
- Wojciechowski, Antoni
Poznan
1931
30...Txb2
31.Cxb2 c3 32.Txb6 c4 33.Tb4 a5 34.Cxc4 c2 35.Cxa5 c1=D+ 36.Rh2
Dc5 37.Tb2 Dxa5 38.g4 De1 39.g3 h5 40.gxh5 Rh6 0–1
Almirall,
Vicente - Karlin, Ored
Match
amistoso, Madrid 1933
31...Txb2 32.Cxb2 c3
33.Txb6 c4 34.Tb4 a5 0–1
Oportunamente, las posiciones sólo se diferencian en los peones
del flanco de rey, los cuales no tienen ninguna incidencia en la
batalla. En los dos primeros casos la forma de llegar a ambas
posiciones es completamente diferente, ya que las partidas
discurren por cauces completamente distintos. Evidentemente,
parece casi imposible que tres partidas lleguen a tener la misma
disposición de piezas en el flanco de dama (que ya es inusual
de por sí) y también es extraño que en todos los casos se
encontrase tan complicada solución en condiciones de torneo...
de hecho, a mí, personalmente, lo que más me choca es que un
final tan extremadamente complicado se pudiese jugar en partida
viva, más bien parece fruto de un largo y reposado análisis
casero.
Situemos los datos que conocemos. En Mayo de 1933 se organizó
un torneo en Madrid para que los jugadores locales pudiesen
competir con el maestro sueco Ored Karlin, que se encontraba de
gira por España. El torneo fue ganado, brillantemente, por
Vicente Almirall, superando a Karlin por un punto (al que además
consiguió vencer en la partida que les enfrentó). Tras el
torneo, Ored Karlin pidió jugar un match con Almirall, reto que
éste aceptó; se reunió una bolsa de 100 ptas para el duelo,
que finalizó en empate (2'5-2'5) con unas únicas tablas.
Aprovechando la repercusión del evento, también se inició un
match entre Ortueta y Sanz, bajo la apuesta de 125 ptas. De este
último match amistoso procede el inmortal final jugado por
Ortueta y Sanz, que corresponde a la última partida del
encuentro... y del match entre Karlin y Almirall procede el
final de Karlin, es decir, ambos finales se jugaron prácticamente
al mismo tiempo y en el mismo lugar, lo que tal vez represente
la pista más fiable de este enmarañado misterio. No se puede
dejar de mencionar que existe una relación previa entre Sanz y
Karlin: ambos jugadores firmaron unas polémicas tablas en la última
ronda del torneo, resultado que sirvió a Sanz para alcanzar a Añón
en el cuarto puesto. El Marqués de Casa Alta, cronista de El
Sol y árbitro del torneo, criticó duramente a ambos jugadores
insinuando que Karlin regaló las tablas a su rival en una
posición que tenía completamente ganada. Sanz y el marqués
cruzaron varias acusaciones airadas, pero no podemos juzgar la
situación en profundidad ya que la partida no apareció
publicada.
La partida Ortueta-Sanz históricamente se ha datado como jugada
en el Campeonato de Castilla, lo cual es imposible ya que la
primera edición de este campeonato se jugó en 1935, año en
que se constituyó la Federación castellana de ajedrez, y en
1933 ni siquiera se organizó el Campeonato de Madrid, el cual
vio la luz en 1931.
El final entre Ortueta y Sanz fue publicado a las pocas semanas
en dos diarios: Luz y El Sol. Por su parte, el final de Karlin
fue publicado casi un año después, lo hizo el jugador checo
Rudolf Pitschak el 14 de Abril de 1934 en el diario Tagesbote.
Del final jugado por los dos jugadores polacos no se supo nada
hasta décadas después (los protagonistas de la partida ya habían
fallecido), cuando en un diario de su país se habló sobre él
y se comentó que la posición había aparecido en un diario de
Poznan en los años 30, del cual no había quedado el más mínimo
vestigio... es decir, se atribuye la autoría a Wojciechowski
sin ninguna prueba, lo que de por sí es altamente sospechoso.
Esta última parece una versión poco verosímil, ya que un
final tan brillante debería haber aparecido en las revistas de
la época, cosa que no ocurrió.
En cuanto a la tercera vía, el hecho de que se publicase el
final bajo la autoría de Karlin, parece indicar que su
procedencia está en Madrid durante las semanas que el maestro
sueco permaneció en la ciudad. ¿Mostró Sanz el final a Karlin? ¿O lo jugó Karlin y Sanz lo pudo observar? La segunda
opción es poco probable, ya que Karlin era un maestro conocido
en Europa y si hubiese realizado semejantes jugadas la repercusión
hubiese sido enorme. Creo que la principal duda que sobrevuela
sobre esta partida es si el final se jugó verdaderamente en una
partida o si fue un análisis casero, y ahí puede estar la
clave del misterio. Si el autor quería lograr notoriedad con un
final tan bello, se conseguiría, sin duda, a través de una
partida.
Nada se puede asegurar sin pruebas concluyentes, las cuales
brillan por su ausencia. Sólo queda lugar para una especulación
completa. Resulta imposible juzgar a los jugadores polacos, ya
que nos son prácticamente desconocidos. Sin embargo, sí
podemos valorar la forma de ser de los jugadores españoles:
como hemos visto Sanz tenía un fuerte carácter y una obsesión
por demostrar que no había mejor jugador que él; durante su
carrera tuvo algún comportamiento poco ético durante sus
partidas impulsado por su incontrolable deseo de vencer y su
obstinación por demostrar constantemente que su juego era
superior, lo que demuestra que los remordimientos no solían
acudir a visitarle. Sin embargo, para realizar un plagio como éste
los dos jugadores deberían haber estado de acuerdo, y las crónicas
hablan de Ortueta como el perfecto caballero, una persona sin
tacha, tal y como demostró en alguna ocasión durante su
carrera.
En definitiva, nada concuerda, nada encaja, y es realmente
imposible orientarse con criterio en esta historia y poder
hallar la procedencia de esta obra de arte y, sobre todo, parece
imposible encontrar nuevos caminos que nos conduzcan a la
verdad.
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