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Cuando a Gufeld le preguntaban si aun pensaba jugar su
mejor partida, siempre respondía que no, que ya la
había jugado. Era entonces cuando mostraba orgulloso su
partida contra Bagirov, la Mona
Lisa del ajedrez.
Creo que Lubomir Kavalek también podría presumir de la
partida que pueden observar encima de estas líneas, que
curiosamente fue jugada contra Gufeld y en la que
mostró al mundo todo su talento para el ajedrez táctico.
Kavalek decidió que sus peones se podían volver más
poderosos que el resto de las piezas. Las negras se
quedaron sólo con un alfil contra dos torres, pero los
3 peones pasados se convirtieron en una avalancha
imparable. Una lección sobre la importancia de los
peones en el ajedrez, las piezas más débiles, pero que
se pueden convertir en decisivas al transformarse en lo
que deseemos.
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