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El ajedrez le debe mucho a Adolf Anderssen, toda la
belleza que creó en el tablero ha servido para que
muchas personas se hayan acercado a este juego atraídos
por sus increíbles combinaciones. Tal vez Anderssen
hubiese llegado mucho más lejos de no haberse dedicado
en cuerpo y alma a su profesión: maestro de escuela.
Esto le hubiese dado otro lugar, mucho más preferente,
en la historia del ajedrez.
También fue maestro en el ajedrez, ya que tuvo como
pupilos a jugadores como Johannes Zukertort o Frtiz
Riemann. Pero Adolf grabó su nombre en la memoria de
los aficionados a golpe de combinación, por ello es
recordado como el emblema de la época romántica, una
forma de jugar atrevida y valiente, siempre peleando a
pecho descubierto sin importar para nada la seguridad de
su propio rey. Una forma de jugar que apenas duró unas
pocas décadas, pero que ha quedado grabada en el
corazoncito de todo aficionado al ajedrez.
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