No se puede poner en duda la
genialidad de Vassily Ivanchuk, con sólo echar un
vistazo a sus partidas se encontrarán jugadas
ingeniosas por los 4 costados del
tablero. Tampoco su amor por el ajedrez, deporte sin el que creo
que ni siquiera podría respirar. La pregunta que
siempre quedará en el aire, y que le perseguirá hasta
el día que decida retirarse, es hasta dónde habría
podido llegar con un sistema nervioso normal, con el que
probablemente no habría tenido techo. Y esta realidad
es una verdadera lástima, ya que a pesar del gran
número de torneos que ha ganado, nunca pudo controlar
sus nervios en los momentos más importantes de su
carrera, sucumbiendo a la presión de la cumbre del
ajedrez.
Vassily
Ivanchuk en 1990
Tal vez nunca veamos su nombre entre los campeones del
mundo, pero nos podemos contentar reproduciendo partidas
como esta, una joya llena de suspense y tensión,
fabulosamente conducida por el genio más despistado que
ha existido en la historia del ajedrez. Ambos
jugadores decidieron correr serios riesgos, y cuando
esto ocurre el ajedrez suele ser muy divertido.
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