En ajedrez no hay nada más excitante que la caza del
rey enemigo. Se trata de conducir al rey de nuestro
rival hacia el centro del tablero donde resultará más
fácil poder hostigarlo. Para lograr la extracción del
rey será necesario sacrificar una o varias de nuestras
piezas, para luego tratar de dar mate con lo que nos
quede. La incertidumbre reinará entonces sobre la
partida, con decenas de variantes que calcular y sin
saber si el rey podrá sobrevivir a la cacería o si por
el contrario el bando que ataca tendrá material
suficiente para finalizar la tarea.
Esto fue exactamente lo que hizo Falkbeer, un jugador
que ha dejado varias partidas brillantes para la
posteridad, sin duda infectado por el virus de los románticos,
época a la que perteneció el inglés. La posición a
partir de la jugada 13 es un auténtico caos, las negras
dominan absolutamente el centro y el rey blanco está pésimamente
situado... esto es suficiente para lanzarse al ataque.
Una maravillosa partida donde Falkbeer aprovecha a las
mil maravillas todo el espacio que ha generado al
entregar sus peones del flanco de dama.
Ver una partida como esta en la actualidad es una utopía,
todo está estudiado hasta la saciedad y ninguna línea
expone al rey de forma arriesgada. Además, el espíritu
romántico es una reliquia del pasado, algo que
desgraciadamente ha sido totalmente desterrado del
ajedrez. |