Muchos son los jugadores que han pasado por las amplias
praderas del mundo del ajedrez, algunos con más
talento, otros con menos, algunos más fuertes, otros más
frágiles... Albin Planinc puede ser catalogado dentro
de los jugadores con talento, pero de gran fragilidad.
Tras haber conocido la vida de Alvis Vitolinsh, mente
atormentada donde las haya, también apareció el nombre
de Albin Planinc como otra mente maravillosa donde no
todo funcionaba correctamente. Otra vida complicada y
difícil que vamos a conocer a continuación:
Albin Planinc nació el 18 de Abril de 1944, en Brise
(Yugoslavia). Falleció el 20 de Diciembre de 2008, en
Ljubljana (Eslovenia).
Planinc descubrió el ajedrez a los 7 años, una edad
ideal para aprender de forma natural sus misterios.
Albin vivía con su madre en un pequeño apartamento,
con una existencia más bien modesta. Esta infancia tan
complicada puede ser una de las causas que
desencadenaron los problemas que llegaron unos años
después.
Sus comienzos en el ajedrez fueron brillantes y
prometedores, llegando a ser campeón de Eslovenia
juvenil con 18 años. Pero los sueños de gloria se
desvanecieron demasiado pronto, la delicada situación
económica por la que atravesaba su familia le obligó a
dejar apartado el ajedrez para dedicarse a algún oficio
que permitiese llevar más dinero a casa. Trabajó en
una fábrica de bicicletas, una modesta ocupación que
le alejó de los tableros y que frenó su meteórica
progresión.
A pesar de ello su nombre recorrió el mundo al triunfar
en el Memorial
Vidmar de 1969, haciéndolo
ante la flor y nata del ajedrez yugoslavo y varias
figuras internacionales. No hay que olvidar que en
aquella época Yugoslavia era una potencia mundial en el
ajedrez, lo que da más valor a una victoria con sabor a
gran gesta. Los buenos resultados siguieron llegando y
en 1972 obtuvo el título de GM.
El talento de Planinc era muy apreciado y comenzó a
recibir invitaciones para diversos torneos importantes
(como Wijk aan Zee), aunque sus resultados no pueden ser
calificados como demasiado positivos. Y es que algo no
marchaba bien en la cabeza de Planinc, a menudo sufría
profundas depresiones que le obligaban a medicarse
fuertemente. Como es lógico, jugar al ajedrez en
semejantes condiciones era algo excesivamente
complicado, por lo que sus resultados no tardaron en
decaer. Tampoco hay que olvidar que siempre fue un
jugador amateur, por lo que su preparación no era tan
completa como la de sus rivales.
Los años pasaban y los problemas no disminuyeron. La
tensión nerviosa a la que se veía sometido en cada
partida hizo que Planinc empeorase de sus problemas
mentales, decidiendo abandonar su carrera
en el
tablero para buscar una ocupación más reposada. Trató
de seguir relacionado con el ajedrez y comenzó a
trabajar como entrenador para la
Federación
yugoslava. Pero incluso esto fue demasiado para Albin,
que siguió empeorando y se vio obligado a abandonar su
puesto de entrenador. Finalmente tuvo que ser internado
en una clínica psiquiátrica de Ljubjana, en el año
1993.
Con la retirada de Planinc el ajedrez perdió un talento
de los que no abundan, un jugador de auténtica clase
que basaba su juego en la capacidad de su mente, siempre
lastrado por su falta de preparación. Su estilo era
puramente de ataque, la creatividad solía acudir a sus
partidas y son muchas las combinaciones llenas de
belleza que nos dejó. En su repertorio de aperturas los
gambitos tenían un sitio preferencial, una forma de
jugar que casi nadie utilizaba en esa época, pero que
era ideal para el agresivo estilo que tenía el GM
esloveno.
Los que le conocían comentan que era un auténtico
caballero, sin duda la siguiente anécdota así lo
atestigua: situémonos en el campeonato de Yugoslavia de
1975, Planinc estaba disputando una partida contra
Velimirovic en la que su rival le ofreció tablas en una
posición donde contaba con una ventaja no demasiado
grande. Planinc contestó lo siguiente: "No, no
puedo aceptar unas tablas, Drasko, mi posición está
perdida".
Nos volvemos a encontrar a una persona que, a pesar de
sus problemas mentales, decidió dedicarse a un deporte
tan duro y exigente (a nivel mental sobretodo) como el
ajedrez. Es evidente que una persona depresiva iba a
sufrir en un mundo tan competitivo, mundo que podía
llegar a convertirse en una montaña rusa, con
espectaculares subidas y vertiginosas caídas. Albin
supo darse cuenta del daño que el ajedrez le causaba y
decidió retirarse cuando apenas llevaba 10 años
compitiendo. Ya hemos conocido varios casos de jugadores
con problemas mentales que no pudieron soportar la tensión
de la competición, y es que el ajedrez es un deporte
muy duro, aunque algunos se empeñen en ni siquiera
considerarlo como un deporte... sólo desde un total
desconocimiento de lo que es el ajedrez se puede emitir
semejante juicio.
Una vida difícil en unos tiempos complicados, donde los
problemas eran algo muy común en la población de una
sociedad que trataba de progresar tras la guerra.
Planinc tuvo que enfrentarse a una enfermedad terrible,
contra la que apenas existen soluciones y que te va
destruyendo poco a poco. El ajedrez contribuyó a
acelerar ese proceso y terminó derribando a un jugador
de un talento enorme... una verdadera pena.
Javier
Cordero Fernández
(15
Enero 2010) |