Todo jugador de ajedrez suele tener su día de gloria,
una partida en la que todo sale bien y la inspiración
no le abandona hasta que se ha levantado de la silla.
Esto le ocurrió a Piotr Dubinin, un jugador que no tuvo
una carrera sobresaliente pero que logró firmar una
obra de arte imperecedera de la que seguro se sintió
muy orgulloso.
Dubinin da una lección de como atacar un enroque poco
defendido, en realidad es como si las negras jugasen con
varias piezas de menos, las cuales no intervinieron en
la partida mientras todas las blancas si lo hicieron...
nunca hay que olvidar el concepto de desarrollo correcto
de las piezas. Con este panorama, las blancas se
dedicaron a devastar el enroque enemigo para entrar por
la brecha con lo que les quedaba... un bello ejemplo de
cálculo y precisión.
Dubinin logró ser GM de ajedrez por correspondencia,
modalidad en la que consiguió ser subcampeón del
mundo, en 1962. Vivió una época complicada para el
ajedrez soviético, justo después de la II Guerra
Mundial, donde las autoridades restringían al máximo
las apariciones de los soviéticos en los torneos
europeos. El trabajo de esta generación de jugadores,
sobre a todo a nivel teórico, facilitó la aparición
de las jóvenes estrellas que marcarían una época en
la historia del ajedrez. |