Sin duda uno de los personajes más peculiares de la
historia del ajedrez. Doctor de profesión, algo que le
lastró de cara a su carrera impidiéndole acudir a
todos los torneos que hubiese deseado o directamente
perjudicando su preparación. Seguidor de Wilhelm
Steinitz, trató de continuar con las ideas de éste,
siempre en contraposición con los recién aparecidos
hipermodernos, que cambiaron el mundo del ajedrez y
terminaron desterrando las antiguas ideas de Steinitz.
A pesar de defender dogmas posicionales, Tarrasch poseía
un talento táctico innegable y no fueron pocas sus partidas
rematadas con gran brillantez. Su palmarés es extenso,
sólo le faltó conseguir triunfar en el campeonato del
mundo, algo que no consiguió, aunque son muchos los que
le consideran el mejor jugador del mundo de principios
del siglo XX.
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