Pocos ponen en duda que Tahl ha sido el mejor jugador de
ataque de la historia. Desde la niñez dio muestras de
genialidad en otros campos, como las matemáticas, por
lo que no cabe duda de que hubiese destacado en la
profesión que se hubiese propuesto. Sin embargo, el
pequeño Misha se vio irremediablemente atraído por el
ajedrez, deporte del que no se separaría en toda su
vida y que le daría sus mayores momentos de felicidad.
¿Tiene alguien derecho a quejarse porque eligiese esta
profesión en vez de otra en la que hubiese ayudado a la
humanidad, como investigador o científico? No son pocos
los que opinan que el ajedrez es un juego donde se echan
a perder muchas mentes brillantes, pero yo me pregunto
¿qué derecho tiene nadie a interferir en la felicidad
de otra persona?
En su adolescencia demostró ser un jugador de estilo
combinativo y con claros rasgos de genialidad,
maravillando
al mundo con bellas
partidas. Aquí tenemos un bonito ejemplo.
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