La fe con que se juega cuando en un corazón anida el
ansia de venganza suele ser inquebrantable... sobre todo
cuando se ha cometido una injusticia. En ese estado jugó
Milan Vidmar esta partida, con el oculto deseo de una
venganza que se consagró de forma brillante. Esta
historia tuvo su comienzo cuando el Doctor Tarrasch se
negó a que Vidmar participase en el Congreso de ajedrez
de la Federación alemana, uno de los torneos más
importantes de la época. Como es lógico, esto llenó
de indignación al jugador yugoslavo, que finalmente fue
admitido por la organización.
Por tanto, esta partida no fue una más para Vidmar, y
eso se nota desde la apertura. Vidmar apretó y corrió
riesgos, dejando su enroque totalmente desguarecido, y
logró la iniciativa a base de jugar con gran energía y
precisión. En definitiva, dio toda una lección de
ajedrez a Tarrasch y cumplió su venganza, de la que
seguro que disfrutó con deleite. Vidmar demostró que
su participación en el torneo era de justicia, ya que
finalizó con los mismos puntos que Tarrasch, aunque
ambos no estuvieron en los puestos altos de la
clasificación.
Tarrasch mostró su lado más desagradable e intentó
salvar la situación de forma poco honorable: ofreció
tablas en la jugada 36 al ver lo que se le venía
encima... la respuesta de Vidmar fue la ultima jugada de
la partida, un remate brillante que supuso un bello
colofón a esta historia. |