Siempre resulta curioso reproducir partidas de
principios del Siglo XIX. Época de grandes duelos, de
honor y de culto a la belleza, se retomaron los
principios de la escuela
italiana: partidas abiertas y lucha sin cuartel. Por eso
muchos ajedrecistas jugaban de una forma osada, sin
miedo y corriendo riesgos. Sabían que si conseguían la
victoria serían aclamados como auténticos héroes por
un publico sediento de partidas románticas.
Esta partida refleja fielmente esa forma de jugar,
ninguno de los jugadores toma ninguna precaución
defensiva y la posición
llega a ser caótica. Las negras reciben mate sin haber
movido ninguna ficha del flanco de dama. Esto es algo
impensable en el ajedrez actual, todos los deportes
evolucionan y siempre lo hacen hacia una forma más fría
de practicarlos, tal vez empujados por una sociedad que
sigue ese mismo camino.
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