Bronstein siempre destacó por su imaginación y por sus
ganas de innovar en el tablero. Aquí nos da una nueva
muestra de su desbordante talento, sacrificando una
pieza en plena apertura con la única promesa de dominar
el centro. Creo que Bronstein recreó en su mente lo que
después iba a ocurrir y ejecutó su plan de forma metódica.
Lo que hace Bronstein es una osadía, con pieza de menos
comienza un avance de peones por todo el tablero,
incluidos los de su propio enroque. Con un juego audaz,
va estrangulando la posición de su rival con su
vanguardia de soldados, que lo van asolando todo a su
paso. Las piezas blancas pasaron por encima del enemigo
como si de una apisonadora se tratase, demostrando que
un simple soldado puede convertirse en el más intrépido
héroe. Historias como esta sólo se pueden dar un
deporte como el ajedrez. |