No encontraran muchas partidas donde Tigran Petrosian
hinque la rodilla de esta manera. Pero Gligoric jugó
con gran determinación, sin importarle demasiado dejar
su rey desprotegido, y consiguió bloquear por completo
el juego del rey de la defensa. Una buena partida de
ataque suele basarse en elegir el momento adecuado en el
que comenzar las hostilidades, y Gligoric lo hizo en el
momento justo, cuando las piezas blancas no tenían la más
mínima forma de contraatacar (ni en el centro, ni en
los flancos).
Realmente creo que es muy difícil poder conseguir lo
que logró Gligoric en esta partida, y más cuando
Petrosian estuvo especialmente profundo en su defensa.
La fortaleza blanca parecía tener unos muros sólidos,
pero el sacrificio de caballo puso todo paras arriba. De
todas formas la posición exigía jugar con la precisión
de un cirujano para encontrar el camino idóneo y
Gligoric lo hizo, demostrando que sus buenos resultados
no eran fruto de la casualidad.
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