Vladimir Kramnik es el gran representante del juego
posicional en la actualidad, pero esto no siempre fue así.
Las partidas de su juventud son realmente sorprendentes
y muestran un jugador totalmente distinto, un
ajedrecista con ganas de comerse el mundo que dominaba
todos los estilos y podía ser muy brillante en su
juego.
Cuando llegó la Olimpiada de 1992 Kramnik tenía 17 años
y Kasparov sorprendió a los dirigentes rusos al imponer
su participación, algo a lo que muchos se opusieron,
aunque la importancia de Kasparov se terminó
imponiendo. Dicha Olimpiada fue un hito en la historia,
ya que era la primera tras la desaparición de la URSS.
Esto supuso la disgregación del equipo soviético, por
lo que Rusia tuvo que recomponer su alineación casi al
completo. Ya no podían contar con los jugadores de la
Olimpiada de 1990, como Ivanchuk (Ucrania), Gelfand y
Yudasin (Israel), Jussupow (Alemania) o Beljavsky (Eslovenai),
por lo que tuvieron que recurrir a jugadores menos
conocidos como Dolmatov, Khalifman o Vyzmanavin. De
todas formas, el equipo ruso logró la medalla de oro
una ronda antes de finalizar la competición... no en
vano seguían contando con Kasparov.
Kramnik escribió una de las páginas más brillantes de
su carrera durante este campeonato, ya que logró firmar
un resultado casi inmaculado en el quinto tablero: 8'5
puntos en 9 partidas, jugando varias partidas atractivas
desde el punto de vista táctico (como la partida que
acompaña a este texto). La nueva estrella rusa cerraba
de esta forma cualquier tipo de polémica sobre su
llamada al equipo nacional.
Kramnik era un tipo peculiar en aquella época, alejándose
de la definición habitual de deportista: fumaba y bebía
en exceso, algo por lo que fue duramente criticado por
Mikhail Botvinnik, que por aquel entonces era su maestro
en su famosa escuela de Moscú. La ascensión de Kramnik
había sido vertiginosa, había logrado ser campeón del
mundo cadete y con sólo 17 años recibía ofertas para
jugar en todos los torneos del mundo. Por aquel entonces
Kramnik sólo era Maestro Fide a pesar de tener 2590 de
Elo, pero todos veían en él al sucesor de Kasparov y
Karpov... el tiempo se encargaría de diluir esta
esperanza, más por sus problemas personales y falta de
motivación, que por su ajedrez.
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